Supongo que al abrigo del batí burrillo de conocimientos que dispongo en materia económica y financiera, desde finales de 2004, imparto cursos y seminarios relacionados con el análisis contable y la eterna adaptación a las NIC-NIIF y del nuevo PGC, dirigidos a economistas, profesionales de la contabilidad y la fiscalidad así como a directivos y mandos intermedios de empresas de distintos sectores.
Entre otras actividades formativas, imparto el curso sobre Práctica Contable en el Colegio de Economistas de Málaga. El motivo de este post, es para intentar trasladaros al grupo la experiencia inicial y la graciosa sensación que me embarga cada vez que me pongo delante de un auditorio.
El lunes me sumergí de nuevo en una experiencia de este tipo. En los preliminares, siempre me entra un gusanillo por el estómago y una contradictoria tensión, vamos, un incómodo gustirrinín, como diría una amiga, ante el perfil del público desconocido y de si daré la talla.
Aperturado formalmente el curso, me empujo hacia el estrado. “Buenas tardes, me llamo Manuel…. y soy de profesión…. El motivo de este curso….” Veinte y pico de titulares y colaboradores de despachos fiscales y contables de la Costa del Sol, curtidos al calor de arduas inspecciones fiscales, auditorías contables y asesoramiento económico y financiero.
Personas mayores que yo, de mi edad y varios de las últimas promociones de la facultad. Todos jóvenes mentalmente y con unas irrefrenables ansias de refrescar y aprender. Y allí estaba yo, frente a esos cuarenta y pico de ojos escudriñadores. Me presento profesionalmente de otra forma, haciendo hincapié en mi dilatada experiencia en un gabinete fiscal y en las dificultades y responsabilidad de esos negocios.
Después de relatar esa experiencia, percibí que el ambiente se relajó y, de manera simultánea, como por arte de magia, yo también. ¡Comprende nuestro trabajo!, pensarían. El caso es que los presuntos dinosaurios, curtidos durante años, del gallinero de la clase ya no parecían tan amenazantes y los conjeturales cachorros, sobradamente preparados, de las primeras filas no parecían tan desafiantes.
En verdad, cuando se fueron presentando uno a uno, ya no eran en mi mente estegosaurios ni retoños, sino personas, con nombre y apellidos. En resumidas cuentas, buena gente. Las cuatro horas de la primera sesión se me pasaron en un plis plas. Por cada acción formativa abrimos un blog privado, con acceso restringido quiero decir; que nos sirva de recurso complementario (los que os dediquéis a estas lides, os lo sugiero), ya que el cien por cien de los asistentes trabajan y es una forma de mantener un contacto entre sesión y sesión, retroalimentar adecuadamente la programación de las siguientes sesiones, información complementaria, apuntes adicionales, supuestos, solución de dudas, etc.
En síntesis, un verdadero gustirrinín profesional. Espero estar a la altura profesional que se merecen.